miércoles, 18 de enero de 2012

Hubo algo en mi mente..



Hubo algo en mi mente que me dijo…”Sube al escenario y llora”
yo sabía que podía hacerlo  en aquel mismo momento, incluso quizá quisiese llorar. Me planteo, aún a veces, el porqué…
Ya van millones de sensaciones de ese tipo en mi piel, la de -no entender los porqués- pero cuando me mandó llorar…  respiré aliviada, sin que nadie me viese, mientras subía al escenario lentamente…
En este mundo hay mucha necesidad de llorar retenida, escondida, como algo que temes que salga o aflore porque piensas que puede destruirte si lo haces y, en realidad, te destruye por dentro mientras lo dejes estar ahí, te va comiendo, se alimenta de ti y se hace más habilidoso para que acabes por no encontrarlo, tanto que llegas a no saber si lo tienes, porque ya forma parte de ti y, por desgracia, te cambia.
Quizá no seas capaz de responderte pero ¿recuerdas cuándo reías más? si de niño o ahora, y ¿cuándo llorabas más a menudo?, apuesto que hacías ambas cosas más de niño, cuando no eras capaz de soportar llorar por algo que te dolía, ya fuese liviano como no tener un juguete que deseabas o por algo realmente malo, quizá estamos llenos de deseos ahora mismo que no estamos cumpliendo… y no lloramos, porque somos fuertes y menos inocentes, eso dicen, pero… debo ser la más inocente de todos porque me siento fuerte cuando los demás son débiles y la más débil cuando todos son muy fuertes, ¿por qué con algo que la mayoría llora yo no?
pienso que sólo lloras cuando no puedes aguantar más porque ha sucedido lo que jamás pensaste que podía sucederTE, porque se ha tocado lo que era intocable para TI, se ha ido lo que querías que fuese eterno o… ya eres incapaz de reir. 

en cuanto a la risa, ahora tampoco río tanto como cuando era niña, supongo que uno sabe que es mayor cuando llora y ríe menos que antes, pensamos que ya no hay tantos motivos para reír, además “la madurez implica cierta seriedad”, ¿no?, yo me reí de la primera persona que me reclamó seriedad por el hecho de ser adulto, hoy en día a los que me piden algo así, les escupo en su puta cara con la mejor de mis carcajadas, porque es lo único que tengo en la vida, cuando río no hay nada que lo iguale.. la risa es en sí misma la esencia de la vida ideal.
Supongo que nunca llegas a saber que te has hecho mayor, ni el punto exacto, ni el aproximado, quizá creas ser mayor, cuando tu documento de identidad indica tu mayoría de edad , sales fuera de tu hogar por más tiempo que un viaje de fin de curso o de debajo del manto protector de quienes te han cuidado hasta ese día que crees haberte hecho mayor… pero sólo puedes saber que eres mayor cuando ya no ríes ni lloras tanto como antes, por lo demás, sigues siendo tú,  pase lo que pase, la niña inocente e indefensa de siempre que nada sabe de este mundo, que cada día cree despertar en uno distinto que tiende a infinito y a cero al mismo tiempo porque jamás deja de sorprenderle para bien y para mal.
Por eso, cuando por fin había subido a aquel escenario  las lágrimas ya habían marcado mi camino hasta llegar al final, y sonreí mientras me daba la vuelta porqué pensé que me pidió algo demasiado fácil, llorar, sabía hacerlo desde el primer segundo que llegué aquí, tuve la necesidad de hacerlo cada día de mi vida, pero “me hice mayor” y aprendí a “ser fuerte” aguantando los falsos llantos, porque cuando ha sucedido lo que jamás pensé que podía suceder, cuando han tocado lo intocable para mi o se ha ido lo que quise que fuera eterno, jamás, a lo largo de mi vida, pude no llorar. 
En aquel momento realmente no quería llorar, pero sentía la necesidad de hacerlo como nunca,


Por eso reí al final del camino, porque era difícil hacerlo en su recorrido y lloré por todas aquellas cosas que pude aguantar y esconder dentro pero, desgraciadamente, me habían cambiado y consumido, en ese momento volví a ser un niña inocente, que no quería bajar del escenario de su propia vida.



No hay comentarios:

Publicar un comentario