Hubo algo en mi mente que me dijo…”Sube al escenario y
llora”
yo sabía que podía hacerlo en aquel mismo momento, incluso quizá quisiese
llorar. Me planteo, aún a veces, el porqué…
Ya van millones
de sensaciones de ese tipo en mi piel, la de -no entender los porqués-
pero cuando me mandó llorar… respiré aliviada, sin que nadie me viese, mientras
subía al escenario lentamente…
En este mundo hay mucha
necesidad de llorar retenida, escondida, como algo que temes que salga o aflore
porque piensas que puede destruirte si lo haces y, en realidad, te destruye por dentro mientras lo
dejes estar ahí,
te va comiendo, se alimenta de ti y se hace más habilidoso para que acabes por
no encontrarlo, tanto que llegas a no saber si lo tienes, porque ya forma parte
de ti y, por desgracia, te cambia.
Quizá no seas capaz de
responderte pero ¿recuerdas cuándo reías más? si de niño o ahora, y
¿cuándo llorabas más a menudo?, apuesto que hacías ambas cosas más de niño,
cuando no eras capaz de soportar llorar por algo que te dolía, ya fuese liviano
como no tener un juguete que deseabas o por algo realmente malo, quizá estamos llenos de deseos ahora mismo
que no estamos cumpliendo…
y no lloramos, porque somos fuertes y menos inocentes, eso dicen, pero… debo
ser la más inocente de todos porque me siento fuerte cuando los demás son
débiles y la más débil cuando todos son muy fuertes, ¿por qué con algo que la
mayoría llora yo no?
pienso que sólo lloras
cuando no puedes aguantar más porque ha sucedido lo que jamás pensaste que
podía sucederTE, porque se ha tocado lo que era intocable para TI, se ha ido lo
que querías que fuese eterno o… ya eres incapaz de reir.
en cuanto a la risa, ahora
tampoco río tanto como cuando era niña, supongo que uno sabe que es mayor
cuando llora y ríe menos que antes, pensamos que ya no hay tantos motivos para
reír, además “la madurez implica cierta seriedad”, ¿no?, yo me reí de la
primera persona que me reclamó seriedad por el hecho de ser adulto, hoy en día
a los que me piden algo así, les escupo en su puta cara con la mejor de mis
carcajadas, porque es lo único que tengo en la vida, cuando río no hay nada que
lo iguale.. la risa es en sí misma la esencia de la vida ideal.
Supongo que nunca llegas a
saber que te has hecho mayor, ni el punto exacto, ni el aproximado, quizá creas
ser mayor, cuando tu documento de identidad indica tu mayoría de edad , sales
fuera de tu hogar por más tiempo que un viaje de fin de curso o de debajo del
manto protector de quienes te han cuidado hasta ese día que crees haberte hecho
mayor… pero sólo puedes saber que eres mayor cuando ya no ríes ni lloras tanto
como antes, por lo demás, sigues siendo tú, pase lo que pase, la niña inocente e indefensa de
siempre que nada sabe de este mundo, que cada día cree despertar en uno distinto
que tiende a infinito y a cero al mismo tiempo porque jamás deja de
sorprenderle para bien y para mal.
Por eso, cuando por fin
había subido a aquel escenario las
lágrimas ya habían marcado mi camino hasta llegar al final, y sonreí mientras
me daba la vuelta porqué pensé que me pidió algo demasiado fácil, llorar, sabía
hacerlo desde el primer segundo que llegué aquí, tuve la necesidad de hacerlo
cada día de mi vida, pero “me hice mayor” y aprendí a “ser fuerte” aguantando
los falsos llantos, porque cuando ha sucedido lo que jamás pensé que podía
suceder, cuando han tocado lo intocable para mi o se ha ido lo que quise que
fuera eterno, jamás, a lo largo de mi vida, pude no llorar.
En aquel momento realmente no
quería llorar, pero sentía la necesidad de hacerlo como nunca,
Por eso reí al final del camino, porque
era difícil hacerlo en su recorrido y lloré por todas aquellas cosas que
pude aguantar y esconder dentro pero, desgraciadamente, me habían cambiado y
consumido, en ese momento volví a ser un niña inocente, que no quería
bajar del escenario de su propia vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario